DESOLACIÓN Y EL TIEMPO QUE NO VIVIMOS

 


DESOLACIÓN Y EL TIEMPO QUE NO VIVIMOS

Sonia Ehlers

Desolación y el tiempo que no vivimos son las dos últimas propuestas narrativas de la reconocida escritora panameña Sonia Ehlers Prestán. Ella tiene una rara sensibilidad que pareciera estar en sintonía con el ambiente, y el mundo que vivimos siempre preocupada por sus problemas tanto en el orden natural como existencial donde el ser humano siempre ocupa el primer lugar, es el centro de un universo siempre en constante cambio, pero ¿Por qué? y ¿Para qué? ¿Involucionamos o evolucionamos? 

Ésta es la paradoja que Ehlers nos presenta en estas dos novelas cortas. Desolación es un conversatorio con la muerte. Un intercambio de experiencias de la autora con una etapa de la vida que todos debemos enfrentar tarde o temprano. Aquella llega siempre para llevarse a algún ser querido (una madre, un hermano o amigo), nadie sabe a ciencia cierta  para dónde. Lo que si es cierto es que nosotros los que aún estamos aquí nos quedamos desolados, en una dimensión, como ella señala de incertidumbre y readaptación. El camino de aquí en adelante, no será el mismo, pues nos falta tener la mano querida sujeta con la nuestra para sentir la fortaleza de que no estamos solos por estos vericuetos de la vida.

En “El Tiempo que no vivimos”, para la autora el tiempo se detuvo. En forma de diario, y muy meticulosamente ella nos va contando lo que se vivió o más bien lo que ella vivió a contrarreloj; desde la aparición del bicho en Wuhan, provincia de hubei, China hasta las nefastas secuelas que todavía estamos padeciendo casi tres años después. ¡No somos nada! La naturaleza se rebeló contra nosotros paralizando toda actividad humana. Ya el beso como saludo no puede ser efusivo, puede ser él último. Un beso de la muerte silencioso. Por ley coartaron nuestros derechos individuales, restringieron nuestra movilidad por horarios, la economía se vino al traste y políticos inescrupulosos se aprovecharon para hacer dinero con el sufrimiento ajeno, los noticieros asustaron y las mascotas fueron abandonadas a su suerte en la calle porque no hay comida. Las casas son cárceles donde se espera de contrabando alguna caja de cerveza o botella de licor con qué ahogar las penas. ¿Qué hacer? Vale la pena seguir viviendo. —Somos una pandemia en la historia veinte-veinte— escribe Ehlers viendo la debacle que se nos viene encima.

Existencialismo en su estado más puro. Es eso lo que la narradora impregna en estos dos relatos. Experiencias compartidas para hacer un llamado a la reflexión. La próxima vez que se apague la luz ¿Estaremos aquí ?

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