DOS CUENTOS CORTOS DE MI LIBRO GANADOR DEL PREMIO DIPLOMADO EN CREACIÓN LITERARIA 2024: UN CLICK FATAL Y OTROS CUENTOS VARIOPINTOS
HORA CERO
…” Infinito es el cosmos y se sabe que
más allá de la razón hay mundos inexplorados y desconocidos ansiosos por ser
descubiertos. Estamos en pañales todavía. La humanidad está dormida en sus
laureles y no quiere despertar a una realidad que está a punto de socavarla y
seguimos igual, ya están dadas las condiciones para una noche de asalto y
depredación.
Se decidieron finalmente a entrar en
acción. Despertaron de esa especie de modorra. No se ven, pero se movilizan
rápidamente. Esta espera milenaria ha terminado. No sé cuánto tiempo ha pasado
desde que llegaron. Mis registros se remontan a miles de años devorados en el
filo del tiempo. Calladamente asaltaron nuestras existencias y tomaron
identidades pérdidas para estudiarlas y conocer cuál es la coraza que nos
protege contra ellos. Han pasado las calendas y como
los juglares del medioveo no he parado de relatar, informar y analizar los pro
y los contra de hechos sorprendentes. Son páginas y páginas de infinito
contenido en etapa volcánica que no me he preocupado por revisar a fondo. No
tengo tiempo. Mi pluma rasga y rasga …
Llegaron acechantes. Nos espían. Caminan
a nuestro lado. Son visibles o invisibles, según el tipo de misión. A veces
cuelgan de nosotros en un collar o escapulario queriendo adoptar nuestras
creencias y saber qué es la fé. Hace rato que están aquí a punto de producir
una hecatombe. Escondidos, camuflados tras densas nubes de polvo cósmico y
lluvia de meteoritos. Solo esperan. Hace miles de años que hicieron su primer
contacto cuando ni siquiera estábamos organizados ni en familias ni clanes.
Decidieron estudiar una especie de evolución primitiva para que no compitiera
con ellos, infinitamente superior y más organizada. Es solo cuestión de
conversar de paz para construir una nueva civilización o comenzar la más cruel
de las guerras.
Lo venía sospechando desde que comencé
intrigado a observarlos en sus andanzas. Pululan entre nosotros, nos ven como
bichos raros. Nos analizan a fondo a ver de qué material estamos hechos. Hasta
nuestra intimidad desnudan y conocen nuestros secretos sometidos por víctimas o
victimarios en alguna etapa de nuestra historia.
Unos estallidos caen por todos lados,
me toman de sorpresa mientras trato de seguir con estas crónicas en medio de hordas
que se preparan para el asalto final. Ha comenzado la hora cero con un furor
inaudito. Afuera algo espectral brilla en el firmamento como un nuevo sol en
plena medianoche. El momento tanto tiempo esperado ha llegado. Están aquí. Por
primera vez sé qué es el miedo que penetra hasta lo más recóndito de mi alma y
me hace estremecer cuando unas sombras se proyectan en la pared de mi cuarto.
¿Vienen en son de paz o con ardores de guerra?
Los vencedores ya escribieron su historia
y la otra, la de los vencidos está vacilante con mi mano exhausta que no quiere
contar nada más... ”
LA CIUDAD DORMIDA
Tiempo muerto deambula por sus estrechas
calles antes llenas de actividad comercial con mucho que hacer por parte de su
gente alegre y trabajadora, ahora representan un monumento a una tranquilidad
pasmosa que no rompe ni el zumbido de una mosca. Las horas pasan lentas con una
calma en medio de la desesperación, sin nada que las aproveche.
Todo empezó aquella mañana de domingo, de
descanso, de relajamiento con unas nubes
grotescas que fueron apareciendo en el horizonte. Desde temprano los noticieros
confirmaron el extraño fenómeno formándose al norte del pueblo acompañado de
luces extrañas que se desplazaban a gran velocidad por el radar del Centro de
Meteorología, y que no pudieron identificar.
Una extraña oscuridad la envolvió y alargó
la noche para que los borrachos siguieran la juerga, los casinos desplumaran
clientes y los toldos bailaran al ritmo del mogollón con sus interminables
salomas llenas de reconfortante aguardiente. Los ciudadanos no despiertan de
esa somnolencia, de esa modorra, algunos deambulan por allí como zombies,
robots manipulados por alguna fuerza extraña que sojuzga completamente su
voluntad.
No es la ciudad productiva que solía ser,
la número uno en la industria manufacturera que exportaba artículos a otros
países donde eran muy bien cotizados. El orgullo de una nación que quería salir
adelante. Su corazón hace tiempo que dejó de latir con sus fábricas y almacenes
cerrados que más nunca han vuelto a abrir porque la clientela prefiere seguir
durmiendo el sueño de los justos.
Sus operarias con los pedidos por montones
a su lado en paquetes con telas traídas de oriente no levantan cabeza de sus
mesas de trabajo. Ni el hambre ha podido hacer que se despabilen. Igualmente
artesanos con muchos artículos a medio laborar y sus pinturas se secaron. No
son más que pegotes inservibles en las puntas de brochas, y pinceles tirados
por todos lados.
Pronto, las comunicaciones quedaron
inutilizadas, y no había forma de saber si en el resto del país ocurría algo
igual. El miedo se fue apoderando de las personas que raudas se fueron a
esconder en sus casas trancando puertas y ventanas estremeciéndose de un miedo
paralizador de piernas y sudor frío que corría por la espalda. Algunos se
echaban a llorar pensando que el mundo se acababa en la hora final, donde
justos y pecadores rendirían cuentas al altísimo. Lentamente aquel vapor inundó
la ciudad y el aire se hizo irrespirable sofocando a las personas que caían una
a una en un sopor del que no había escapatoria, debajo de las puertas, por los
ductos del aire acondicionado pasaba esparciéndose por doquier. Los animales
caseros aunque no los afectaba en bandada salieron huyendo de la ciudad, y por
los alrededores merodeaban en busca de alimento.
A lo lejos el terrible ulular de un viento
se escucha y la otrora productiva ciudad es succionada hasta perderse en el
infinito. En otro lado, en otro mundo, las personas despiertan por fin de ese
sueño profundo para no ser más que caldo de cultivo para experimentos de una
inteligencia superior.
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