SONATAS PARA ÁNGELES ROTOS

VIVENCIAS DE UNA SOCIEDAD EN TRANSICIÓN

      Hay personas a las que no se les puede decir que no. Y a Consuelo Thomas Fitzgerald (1957), definitivamente que no. La invitación me llegó a mi wasap y sinceramente no supe que pensar. El gusanillo de la curiosidad pudo más y el 25 de abril día del escritor panameño acudí al teatro Anita Villalaz del Ministerio de Cultura para ver: Sonata para Ángeles rotos ganadora del Miró en teatro 2021.   

    También, es poeta y  narradora. Ha ganado los premios IPEL (1979), el concurso Gustavo Batista Cedeño ( 1992), El Ricardo Miró en poesía con Agonía de la Reina; Inauguración de la fé en la sección cuento ( 1992) y en la sección novela ( 2009) con Lágrimas de Dragón.  

   Con el teatro hay una peculiaridad. Se escribe para ser representado. Es uno de los géneros literarios más antiguos. No es lo mismo leer una obra de teatro que verla en acción. Hay obras muy bien escritas, pero flojas a la hora de ser representadas o viceversa, obras que dejan mucho que desear en la parte escrita, pero que crecen como la espuma allá al frente en las tablas. Aquí es importante que haya alquimia entre autor, director, actores, músicos, el vestuario, tramoya, etc.

   En Sonata para Ángeles rotos hay una denuncia social. Los temas que se tocan son de bastante actualidad y muy fuertes en su discurso. Thomas no se guarda nada y crítica la pobreza, el desempleo, el maltrato infantil, el maltrato a la mujer, la delincuencia con la representación de un grupo de jóvenes actores de la escuela de teatro de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Panamá incluyendo un violonchelo ejecutado por una estudiante de la Facultad de música que le ponía mucho suspenso a los cuadros escénicos.

   Hay un choque generacional también, entre los “viejos” que no quieren salirse de sus arcaicos moldes con la perfección a cuestas, y exigen a los jóvenes más y más. Y éstos que lo quieren todo fácil, no dar la milla extra para la consecución de buenos resultados en cualquier faceta de la vida diaria por estar metidos en los bares y las discotecas.  

    A Consuelo Thomas no se le escapa en algunos de sus parlamentos su faceta de poeta. Y eso lo que hace es enriquecer aún más los parlamentos. No me arrepiento de no haberle dicho que no a la invitación en su vertiente de dramaturga. Vivimos en ese submundo y no nos hemos dado cuenta. Al final, todos nos vimos reflejados en esos Ángeles rotos.

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